Djulwarak 1963 |
El arte de estos individuos estaba condicionado al lugar donde vivían, cuando ocupaban las cavernas como refugio, lo que tenían más al alcance eran las piedras y en las paredes de sus cavernas pintaron sus vivencias y acontecimientos de la vida diaria.
Una vez que llegó el hombre blanco y fueron obligados a desalojar sus tierras, se instalaron en las zonas septentrionales, que tenían poco interés para los blancos.
Allí se encontraron con grandes extensiones de bosque, principalmente de eucaliptos, de los cuales sacaron la corteza y la trabajaron con tal esmero que lograron dejar una superficie plana y suave sobre la cual poder estampar sus dibujos con expresiones de su vida interior y de la vida cotidiana, tanto personal como social.
Los colores que empleaban eran producto de lo que la naturaleza les daba. El negro lo obtenían del carboncillo, el blanco del caolín o del yeso, también usaban los amarillos, los ocres y cuidaban con esmero estos lugares que los proveían de materiales. Los pinceles eran ramitas de madera masticada en la punta o una caña a la cual le agregaban pelos, plumas, etc. La pintura se mezclaba con agua para su aplicación, lo que la hacía de poca duración.
Cuando la pintura adquirió importancia para el blanco, por la belleza de sus diseños, comenzaron a ser fijadas con productos modernos.
Debido a lo perecedero de la pintura, se conservan pocas obras muy antiguas, pese a que la técnica usada es la misma de la pintura rupestre, que es en esa zona, una de las más antiguas del mundo, por lo que se desprende que las pinturas en corteza serían de similar data.
Hoy en día, se conserva intacto el mismo estilo, el cual no ha sido influenciado por los tiempos modernos. Son de una belleza sin igual, que los ha llevado a ser exhibidos en importante Museos.
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